Un saludo a todas y todos. El tema de esta semana es la situación en Ucrania, más que todo la situación entre OTAN y Rusia, que está llegando a un punto muy, muy, muy peligroso.
Hay un fulano que se llama Vadym Skibitsky, es un General de División del Ejército ucraniano y ocupa el cargo de Jefe Adjunto de la Inteligencia Militar de Ucrania. En una entrevista al semanal inglés The Economist admitió que “no ve la manera en que Ucrania pueda ganar la guerra en el terreno”. Incluso dice, “pues aunque los soldados ucranianos consigan expulsar a los rusos a través de las fronteras del País, posibilidad cada vez más remota, esto no detendría el conflicto”.
Joseph Borrell, el fanfarrón ese que está guiando la política exterior de la Unión Europea, dijo: “Sé cómo acabar la guerra en 15 días. Ya sólo cortándole el suministro de armas a Kiev”.
Bueno, ¿qué hay de parecido en esas dos declaraciones? Dos asuntos: El primero es que, evidentemente, Ucrania ya ha perdido la guerra en el campo de batalla y que esa guerra sigue solamente porque la Unión Europea y los Estados Unidos les siguen suministrando armas. Es decir que, lo que queda, simplemente desde el punto de vista militar, hay nada más la admisión de una derrota. Y efectivamente, si se admite sin paráfrasis esto, se dice que Ucrania ya es un peatón del Occidente Colectivo, y la guerra está perdida y que sigue solamente porque hay dos Campañas Electorales a qué hacer frente: Una en Europa, donde se votará el 9 de Junio para el nuevo Parlamento Europeo, y luego, la del 4 de Noviembre donde se vota para Cámara, Senado y Casa Blanca en los Estados Unidos.
La cosa es que, para Estados Unidos la cosa se complica mucho porque Ucrania es la peor derrota desde Afganistán y Siria, y anuncia un riesgo político muy alto. A ver, el marco donde se va a desarrollar la Campaña Electoral norteamericana es que, el 59% de los votantes demócratas no están de acuerdo con la rendición total de la Casa Blanca ante el lobby judío, y los estudiantes de los campus universitarios más prestigiosos.
Es decir, la futura clase dirigente de los Estados Unidos dice que no quieren votar por otro mandato de Biden, que ha expuesto a la Diplomacia estadounidense al peor bochorno de su historia, con ese fulanito, Blinken, que sube y baja del avión, a cada rato va y viene, y no tiene ningún peso en su amenaza, el Gobierno de Tel-Aviv se le ríe, y lo que dice a los árabes ni lo quieren escuchar, muchas veces ni lo reciben los palestinos.
Entonces, si de ahí te pasas al frente ucraniano te das cuentas cómo la situación es aún peor, porque la única manera que le queda a Biden para enfrentarse a Trump es evitar una rendición formal, porque Trump desde el comienzo dijo, yo en 15 días hubiera acabado esa guerra. Las repercusiones de una nueva capitulación se sentirían también en Europa, que por primera vez en su historia ha querido emprender una guerra contra sí mismo, incluso ante sí misma ante de enfrentarse a Rusia, con tal de ayudar a los Estados Unidos en la recuperación de su papel global.
Ahora, el bloque europeo que es más estrechamente vinculado a Estados Unidos desea una Campaña Electoral para las Elecciones europeas, bajo la bandera de una alarma militar. ¿Por qué? Porque quiere consolidar alianzas construidas únicamente por el atlantismo y reducir las reivindicaciones de autonomía del Continente a una fragmentación política minoritaria.
Este es el propósito del ya obsesivo estribillo que rebota a diario en las principales Capitales de Europa Occidental, que dice que hay una urgencia de proceder a la creación de un Ejército europeo autónomo, capaz de proteger al Viejo Continente aun si Estados Unidos no procede. Es puro cuento.
Un Ejército europeo no puede haber porque no hay los recursos para formarlo y porque la ausencia de una política exterior común no permite disponer de unas Fuerzas Armadas comunes. ¿El resultado final cuál es? Un profundo reajuste del gasto militar europeo, ¿en beneficio de quiénes?, de las empresas armamentistas de los Estados Unidos, italianas y francesas, en mucha menor parte españolas, que se pagaría con una nueva reducción del gasto público en el Continente, que ya está asolado por un nivel de exclusión social y de pobreza sin precedentes en la Historia de Europa.
El Vicejefe de la Inteligencia de Ucrania, Skibitsky, confirmó que el envío de nuevas armas y militares a Ucrania no cambiará un ápice en la situación sobre el terreno. Y la extensión rusa de la línea defensiva del Donbass ya se ha concluido, el Kremlin ahora va a decidir qué hacer; es decir, si se confirma el plan que dio origen a la Operación Militar Especial, que era la defensa de Donetz y Lugansk, y la desnazificación de las Fuerzas Armadas ucranianas y la sustitución del Gobierno controlado por los nazis, o, a la luz de la ahora descarada intervención directa de la OTAN, que ya está con su gente en el terreno, podría decidir ampliarse en otros centenares de kilómetros, el grosor del colchón defensivo en territorio ruso. Ucrania es fronteriza con Rusia por muchos centenares de kilómetros, ampliar aún más el colchón defensivo, quiere decir tener Rusia una condición de mayor seguridad.
Entonces, por eso podría decidir de darle un adelanto aún más fuerte a la ocupación del suelo ucraniano, por ejemplo, desbaratando por completo la estructura energética y productiva de Kiev, además de las infraestructuras civiles, cosa que hasta ahora Rusia no ha querido hacer.
En el caso de que Rusia entienda estas nuevas amenazas de los europeos particularmente... Macron, que dice que es necesario enviar soldados de OTAN, y Cameron, Ministro de Exteriores de Inglaterra, que dice, los misiles que les dimos a Ucrania pueden utilizarlos, si quieren, en suelo ruso; no hay problema.
Esto ve obviamente una reacción rusa que será muy dura, vamos a ver cómo, pero la hipótesis que va circulando ahora dentro del Ejército Ruso podría prever la toma de Odesa. Si eso se diera, se reduciría Ucrania a un trozo de territorio sin salida al mar: Arriba, al Norte, comida por Polonia que se quiere adueñar de la región de Galitzia; al Sur el Donbass en manos de los rusos, y ellos quedarían en medio, un pedazo de tierra, sin desembocar al mar.
Eso condenaría a Ucrania a una limitación de su negocio de importación-exportación enorme, y cuando Occidente haya terminado de vender para permitir su reconstrucción, se prevé que costará más de 500,000 millones de dólares, además del dinero necesario para pagar la cuota de adhesión a la Unión Europea que son otros 50,000 millones de dólares, y el pago de los suministros recibidos por Estados Unidos y la Unión Europea en estos 800 días de guerra. Sí, hoy se cumplieron 800 días de guerra.
Ahora, de esa guerra, de ucranianos hay solamente los muertos, los intereses y la dirección política corresponden a la OTAN. Pero eso conlleva, como decía antes, a una valoración por parte de los rusos del curso y de las perspectivas del conflicto que no puede dejar de prever, junto a un Plan de Paz creíble, también la posibilidad de una precipitación de la situación. Al menos si se quiere dar crédito a lo que dijo Macron, o a lo que dijeron los ingleses.
La respuesta de Moscú ha sido muy dura en los términos y cortante en el contenido. Mejor dicho, dijo: Si alguien piensa que se puede golpear impunemente a Rusia escudándose en los ucranianos, está muy equivocado. Porque Rusia considera objetivos militares legítimos a todos los Países que participan en el suministro de misiles estratégicos... ¡Justamente! Y si atacasen infraestructuras rusas, instalaciones civiles o militares, poblaciones civiles o lugares estratégicos, claro que la respuesta sería, según dijo Moscú, inmediata y muy contundente, no sólo contra Kiev, sino también contra aquellos, sean quienes sean, que le suministren armas.
Entonces, visto desde el punto de vista de Moscú, la desproporción numérica de 32 Países, o sea toda la OTAN, luchando contra uno (Rusia), con el objetivo de rodearlo, luego golpearlo para segmentarlo y fragmentarlo en minúsculas repúblicas desprovistas de todo poder, esa perspectiva sólo puede conducir a una respuesta igual y mayor en destino a las que han conocido los mismos intentos a lo largo de la historia, y produciría una revisión no sólo del papel de Ucrania, yo diría, de todo el imperio occidental y de las doctrinas militares seguidas hasta ahora, desde la guerra posicional hasta el concepto de primer ataque atómico, el first attack, así como le llaman.
En resumen, para no cansarles el cuento, mientras Ucrania está de capa caída, se lanzan amenazas groseras, estúpidas, por parte de quienes evidentemente, como Inglaterra y Francia, no se dan cuenta que su País sería uno de los primeros en hundirse o volver a la Edad de Piedra, en casos de ataques a Rusia.
¿Qué es lo que hace falta, en cambio? La lógica, el sentido común, la perspectiva y el realismo; es decir, la búsqueda de una solución política mientras dure la guerra, a partir de la claridad de que Rusia no puede ser derrotada militarmente, ni económicamente. Entonces, ¿cuál es la solución? La solución es nada más negociar, y política. Sería la única manera de entregar los acontecimientos militares en manos de la política, antes de que esta los asuma definitivamente. Una solución política que viene de la admisión de la derrota es una rendición, y de rendiciones no viene la Paz sino los armisticios en previsión de nuevas guerras.
Entonces hay que buscar un equilibrio político diferente a lo que había. ¿Y qué era lo que pedía Rusia? No tener amenazas en sus fronteras, y eso habrá que garantizarlo en un Plan Continental de Seguridad. Pero de París a Londres, por no hablar de los Países Bálticos, Estonia, Letonia, Lituania, y Polonia sobre todo, la palabra guerra asociada a Rusia ocupa un lugar cada vez más destacado en el discurso.
En los últimos 70 años en Europa parecía que la guerra había sido expulsada del léxico político, que la disuasión primero, la neutralidad, el nacimiento de la Unión Europea después, había reprogramado definitivamente la política de relaciones entre Oriente y Occidente. Y ahora, en cambio, hay un Imperio en decadencia que no tolera la emergencia de otro Modelo de Gobernanza Mundial, y una columna de idiotas europeos irresponsables se la juega por puro intereses electorales con palabras y hechos que llevan el enfrentamiento hacia el umbral de no retorno, al borde de la III Guerra Mundial, que dado el nivel de armamento nuclear que hay, supondría el fin de la Especie Humana. Así de sencillo.
La política exterior, en la era de la decadencia imperial, ha visto perder los “cañones de la diplomacia” en favor de la “diplomacia de las cañoneras”. Ha perdido todo papel, ha dejado la mediación y el diálogo como un recuerdo de los libros de Historia. Porque lo importante para el Imperio bipolar en decadencia es seguir dominando un Mundo, ¿por qué? Porque hay recursos finitos pero apetitos infinitos, entonces son dos las salidas: el avasallamiento o la sumisión. Al fin y al cabo, se confirma lo que dijo el General prusiano Von Clausewitz, que la guerra, lamentablemente, es sólo la continuación de la política pero con otros medios.
Yorumlar