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Onelio Hernández Taño: un héroe de El Chaparral



El 24 de junio de 1959 marca una fecha relacionada con el internacionalismo de los cubanos, poco conocida por nuestro pueblo: la caída en combate en El Chaparral hondureño, del primer teniente del Ejército Rebelde Ramón Onelio Hernández Taño, con los grados de comandante del Ejército de Liberación de Nicaragua y segundo al mando de esa recién creada guerrilla.


Nacido el 18 de noviembre de 1937 en el barrio Los Barriles, zona de Tamarindo, Ciego de Ávila, Hernández Taño procedía de una humilde familia y era el mayor de siete hermanos.


Su padre, Lorenzo Hernández León, natural de Camajuaní, provincia de Villa Clara, se radicó en Tamarindo, donde se dedicó al trabajo agrícola y más tarde, al trasladarse con la familia hacia la capital avileña, se desempeñó como carbonero. La mamá, Petra Adela Taño González, procedía de Islas Canarias, España; era ama de casa, trabajadora, preocupada por todos, tenía mucha autoridad y ascendencia en la familia y los vecinos.


Onelio cursó los estudios primarios con maestros particulares por la falta de escuelas en su zona de residencia. Siendo niño, la familia se trasladó al barrio, muy humilde, de Vista Hermosa, al este de Ciego de Ávila, y vivió en la calle Chicho Torres número 218. Allí creció, fue a la escuela y llegó a alcanzar el octavo grado.


Era alto, fuerte, trigueño, jovial y le gustaba ayudar a los demás, asistía a fiestas y en particular gustaba de los carnavales. Se le conocieron dos novias, con una de ellas tuvo un hijo nombrado Ángel.

Desde joven despertaron en él los rasgos de rebeldía y espíritu de justicia. Se sumó a la lucha desde que se produjo el golpe de Estado el 10 de marzo de 1952; perteneció a la Juventud Obrera Católica y por la inactividad de esa organización se afilió a la Juventud Ortodoxa con el propósito de emprender acciones concretas.


El combatiente José Huergo, quien tuvo vínculos estrechos con Onelio, testimonió que «…en los momentos en que tenía aproximadamente 18 años, debía tenerse mucho cuidado, ya que era muy impulsivo, arriesgado y desconocía el miedo. Como dirigente tuvimos que controlarlo mucho».

Siempre daba el paso al frente para cuantas actividades o acciones se planificaban.

Después del asalto al Palacio Presidencial el 13 de marzo de 1957 integró las filas del Directorio Revolucionario y, en estrecha colaboración con el Movimiento 26 de Julio, participó en numerosos sabotajes y movilizaciones, y en algunas de ellas recibió golpizas. Tuvo una participación activa en la Huelga del 9 de Abril de 1958, después de la cual pasó a la clandestinidad por la intensificación de la represión de la tiranía y el peligro de su vida.


Su compañero de luchas, el coronel de la reserva Celso Hernández, rememoró: «Onelio y yo participamos en varias actividades en la clandestinidad, entre ellas, la huelga por el diferencial azucarero a finales de diciembre de 1955 y en la Huelga General del 9 de Abril de 1958. Los domingos, como muchos jóvenes, visitábamos el parque Martí como un medio de recreación y de contacto con otros compañeros revolucionarios».


A principios de octubre de 1958, Onelio marchó hacia el Escambray y se sumó a la Columna Invasora No. 8 al mando del comandante Ernesto Che Guevara, perteneció al pelotón del comandante Armando Acosta Cordero y comenzó a destacarse entre los recién incorporados. Con posterioridad a una restructuración se integró al pelotón del hoy general de brigada de la reserva Wilfredo Rosales Aleaga, como segundo al mando.

Participó en diversas misiones combativas en la zona de Sancti Spíritus y Jatibonico.


NACIMIENTO DEL EJÉRCITO DE LIBERACIÓN DE NICARAGUA


Al triunfo de la Revolución se mantuvo destacado en La Cabaña y formó parte de la custodia del Castillo de La Punta. Conoció a nicaragüenses que, al calor del triunfo de la Revolución Cubana, estaban resueltos a iniciar la lucha armada en Nicaragua con el objetivo de derrocar la tiranía de Anastasio Somoza.


En los primeros meses se entrenó con armas y adiestró, al tiempo que proseguía, junto a Rosales Aleaga y otros compañeros, en la superación cultural en horas de la noche. Volvió a su terruño natal en vísperas de su partida del país; se encontró con su familia, compañeros y amigos en lo que sería la despedida definitiva.


En mayo de 1959 llegaron a Honduras fuerzas revolucionarias por distintas vías para formar un destacamento guerrillero. El cubano Hernández Taño estaba entre los fundadores de aquel contingente que rebasaba poco más de cincuenta hombres y se dislocó en la finca Las Lomas, a unos tres kilómetros de El Chaparral, territorio hondureño fronterizo con Nicaragua. Se crearon tres campamentos y Onelio fue jefe de uno de ellos, ascendido a comandante del Ejército de Liberación de Nicaragua, y segundo al mando de la naciente guerrilla que encabezaba Rafael Somarriba, ex oficial de la Guardia Nacional nicaragüense, a quien conoció en La Cabaña en los días de su llegada a La Habana a principios de 1959.


LA MASACRE DE EL CHAPARRAL


Todo se alistaba para cruzar la frontera hacia el territorio de Nicaragua e iniciar la lucha armada, continuadora de la realizada por Sandino.


Dos destacamentos bajo la dirección de Onelio y Manuel Baldizón fueron designados para realizar la exploración antes de ejecutar el cruce previsto al día siguiente; el primero no detectó dificultades para cumplir esa misión que marcaría el comienzo de la guerra liberadora. Las fuerzas guerrilleras se concentraron en El Chaparral, región abrupta y selvática.


Las deserciones de dos guerrilleros guatemaltecos al amanecer del 24 de junio marcaron el desenlace final. A las 12:45 del día, en el horario de almuerzo, fueron atacados repentinamente por la retaguardia con el fuego de morteros, ametralladoras y fusiles de militares hondureños al mando del mayor Andrés Espinoza. Los rebeldes, repuestos de la sorpresa ripostaron con sus armas y frases decididas de combate, a la que más tarde siguió la apelación de rendición por parte de los atacantes que, según versiones, fue rechazada luego de una breve tregua.


Mientras, por el frente también se desplazaron tropas de la Guardia Nacional de Nicaragua, con lo cual se cerró el cerco a los insurgentes. Cayeron los primeros combatientes, algunos de ellos asesinados cuando deponían sus armas.


Los diversos testimonios y relatos coinciden en afirmar que Onelio se mantuvo con firmeza en el combate, se esforzó por organizar la defensa, ocupó posiciones, ripostó el ataque e hirió a contrarios cuando asesinaban a combatientes que se rendían. Dos descargas mortales en el curso de la acción pusieron fin a su valiosa vida.


Otro cubano, Marcelo Fernández, encargado de las transmisiones en la guerrilla, también cayó en el intento de apoderarse de la ametralladora que estaba en manos de uno de los guerrilleros abatidos.

Si bien en la zona elegida abundaba la vegetación, el enmascaramiento y facilitaba la alimentación, algunos de los sobrevivientes hicieron observaciones, con posterioridad, sobre el lugar escogido, limitado por una sola salida, además de imprevisiones tácticas y que en nada demeritan el esfuerzo, el valor y la consagración a los fines libertarios de aquel grupo de combatientes.


Onelio Hernández Taño cayó en cumplimiento de sus ideales internacionalistas con solo 22 años de edad. Un total de nueve muertos y 15 heridos fue el saldo final de la masacre de El Chaparral, después del asesinato de varios combatientes,  y unos veinticinco prisioneros.


Entre los heridos de gravedad se encontraba el revolucionario nicaragüense Carlos Fonseca Amador, procedente entonces de las filas universitarias, quien junto a otros logró ser evacuado hacia Cuba y salvó su vida después de combatir heroicamente. Años después vendrían sus hazañas convertido en experimentado líder guerrillero, a la cabeza del Frente Sandinista de Liberación Nacional de Nicaragua.


EL HOMENAJE PÓSTUMO A ONELIO


En abril de 1983, la madre de Onelio, Petra Adela Taño González, acompañada de su hijo Modesto, fue invitada a visitar Nicaragua por la máxima dirección del Frente Sandinista. Allí vió compensado su pesar cuando conoció muchos sitios históricos y observó que el nombre de su hijo lo llevaban, en honor a su memoria, escuelas, calles y fábricas.


En Ciego de Ávila, su tierra natal, una Secundaria Básica, una sección de base de la Unión de Historiadores, y la antigua calle Benavides donde trabajó llevan el nombre de Onelio Hernández Taño, primer internacionalista avileño caído después del triunfo de la Revolución, un héroe de El Chaparral que entregó su preciada vida por la Patria Grande hace sesenta años.


Fuentes:


Apuntes biográficos sobre Ramón Onelio Hernández Taño, de la autoría del coronel de la reserva Celso O. Hernández Rodríguez.

-Periódico Invasor de la provincia de Ciego de Ávila. Serie de artículos.

-Diario La Calle. La Habana, 30 de agosto de 1959.

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