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El legado imborrable de Casimiro Sotelo: leyenda universitaria que perdura en la historia

Por Silvie Chavez



Casimiro Sotelo: “Mire presidente Somoza, antes de que termine de hablar y antes que siga haciéndole ese tipo de ofertas al pueblo de Nicaragua, haga una cosa que va a hacer felices a todos los nicaragüenses, entréguele los restos del general Sandino”


El héroe, vio la luz el 14 de noviembre de 1944 y fue arrebatado de este mundo el 4 del mismo mes en 1967, víctima de un brutal asesinato a manos de la genocida guardia somocista junto a Hugo Medina, Roberto Amaya y Edmundo Pérez. Se cumplen 56 años desde aquel trágico suceso, donde la memoria de estos valientes jóvenes aún resuena con fuerza en Nicaragua.


Sotelo, es recordado como un líder estudiantil destacado en la universidad que hoy lleva su nombre. Desafiante ante la represión del régimen somocista, dedicó su vida a crear conciencia en la población, convencido de la urgente necesidad de poner fin a la dictadura que oprimía a Nicaragua. Su legado perdura como un símbolo de resistencia, inspirando a las generaciones futuras a luchar por la justicia y la libertad.


En una época de mucha adversidad, la comunidad y las estructuras del FSLN atravesaban tiempos difíciles. La organización guerrillera gestada apenas unos años atrás, por visionarios como Carlos Fonseca, Tomás Borge y Silvio Mayorga, entre otros nicaragüenses, se erigía como un faro de resistencia, inspirándose en la revolución cubana en la lucha contra la tiranía somocista.


En aquellos días, la labor era ardua y llevada a cabo con discreción. Algunos cuadros trabajaban desde la clandestinidad, mientras que otros compañeros se entregaban a la tarea de fomentar la conciencia social, política y revolucionaria. Su propósito era claro: impulsar cambios drásticos en la dirección del país, sembrando las semillas de la transformación desde las raíces mismas de la sociedad.


Jacinto Suárez, uno de los principales cuadros históricos del FSLN recordó las condiciones en las que la guardia somocista dejó el cadáver de Casimiro Sotelo, al que, en un acto de venganza, le infringieron la misma cantidad de detonaciones que presentó el cuerpo del sargento Gonzalo Lacayo.


“Lo digo porque a mí me tocó verlo, identificarlo, realmente lo que querían era meter terror, días antes del asesinato de Casimiro, Lacayo fue ajusticiado por combatientes populares y en venganza la guardia acribilló a los dirigentes sandinistas que se encontraban en una casa de seguridad en Monseñor Lezcano”


Los 4 jóvenes sandinistas, fueron sorprendidos en una casa de seguridad ubicada en el barrio del distrito 2 de Managua, Monseñor Lezcano, hasta donde llego la guardia somocista y los masacró, creyendo con ello haber exterminado los idearios de justicia y libertad por los que luchaban estos patriotas.


En este contexto, Suárez rememoró que, a mediados de 1967, la dictadura somocista proyectaba la imagen de invencible. Sin embargo, de manera sorpresiva, se desató un enfrentamiento donde el sargento Lacayo resultó ajusticiado. Este evento marcó un giro significativo, desafiando la percepción previa de la imperturbabilidad de la tiranía frente a la resistencia del pueblo.


“De repente le responde con un gesto de ese tamaño, ejecutar a uno de sus principales dirigentes, esa represión fue terrible, Casimiro fue la expresión de la venganza, como lo fue también la expresión de la venganza otros compañeros que cayeron en esos días, prisioneros como Gladys Báez, Silvia Carrasquilla, mujeres que son las primeras en ser salvajemente torturadas”

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